Escribir sobre la muerte de alguien es difícil y más aún cuando ese alguien es tan querido y respetado.
Nuestro Director, Profesor José María Casellas nos dejó el 13 de mayo reciente. Nos dejó físicamente pero su espiritu seguirá presente junto a todos los que lo concimos personalmente o a través de sus lecciones y enseñanzas. Supo ser emprendedor, polémico, discutidor, conciliador, pero sobre todo muy honesto en el momento de defender sus convicciones. Cuando esto lo trasladamos a lo que fue la pasión de su vida, la docencia, se magnifica. Amó el conocimiento por el conocimiento mismo y así supo transmitirlo sencillamente, de tal forma que era difícil no entenderlo. De esto pueden hablar todos los que recibieron esos conocimientos elaborados tanto en lo teórico como en lo práctico.
Se formó sólidamente en una disciplina como la Microbiología Clínica en diversas instituciones del país y del extranjero que le permitieron encarar su actividad con sólidas herramientas para el análisis y la aplicación.
Seguramente perdurará en el tiempo porque lo aprendido es como el eco que mientras haya receptores, se transmite y se transmite.
Seguir con su cometido es lo más importante, pues su deseo era ése precisamente: abrir caminos, trazar huellas. La muerte es un paso, termina la vida y comienza otro camino, el de los que lo continúan. Ahí estaremos.
Me pareció significativo un párrafo de Carlos Fuentes, recientemente desaparecido y que dice: “La muerte espera al más valiente, al más rico, al más bello. Pero los iguala al más cobarde, al más pobre, al más feo, no en el simple hecho de morir, ni siquiera en la conciencia de la muerte, sino en la ignorancia de la muerte. Sabemos que un día vendrá, pero nunca sabemos lo que es”.
Alicia E. Farinati
Vice Directora